Skip to main content
 

 

Donation/Donacion

Lecturas Dominicales 

Leccionario Dominical

Año C • Propio 16 • Semicontinuas

Jeremías 1:4–10

Salmo 71:1–6

Hebreos 12:18–29

San Lucas 13:10–17

La Colecta

Concede, oh Dios de misericordia, que tu Iglesia, congregada en unidad por tu Espíritu Santo, manifieste tu poder entre todos los pueblos, para gloria de tu Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.  Amén.

 

Primera Lectura

Jeremías 1:4–10

Lectura del libro del profeta Jeremías

El Señor se dirigió a mí, y me dijo:

«Antes de darte la vida, ya te había yo escogido;

antes de que nacieras, ya te había yo apartado;

te había destinado a ser profeta de las naciones.»

Yo contesté:

«¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!»

Pero el Señor me dijo:

«No digas que eres muy joven.

Tú irás a donde yo te mande,

y dirás lo que yo te ordene.

No tengas miedo de nadie,

pues yo estaré contigo para protegerte.

Yo, el Señor, doy mi palabra.»

Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo:

«Yo pongo mis palabras en tus labios.

Hoy te doy plena autoridad

sobre reinos y naciones,

para arrancar y derribar,

para destruir y demoler,

y también para construir y plantar.»

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

Salmo 71:1–6

In te, Domine, speravi

1   En ti, oh Señor, me he refugiado; *

         no sea yo avergonzado lamas.

2   En tu justicia, líbrame y rescátame; *

         inclina a mí tu oído, y sálvame.

3   Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve; *

         tú eres mi risco y mi fortaleza.

4   Dios mío, líbrame de la mano del malvado, *

         de las garras del malhechor y opresor;

5   Porque tú, Señor Dios, eres mi esperanza, *

         mi confianza desde mi juventud.

6   En ti he sido sustentado desde el vientre;

     desde el seno de mi madre has sido mi vigor; *

         de ti será siempre mi alabanza.

 

La Epístola

Hebreos 12:18–29

Lectura de la carta a los Hebreos

Ustedes no se acercaron, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, donde había oscuridad, tinieblas y tempestad; ni oyeron el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando, porque no podían soportar el mandato que decía: «Al que ponga el pie en el monte, hay que matarlo a pedradas o con lanza, aunque sea un animal.» Tan espantoso era lo que se veía, que el mismo Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo.»

Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios, y a la comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos, a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la sangre con que hemos sido purificados, la cual nos habla mejor que la sangre de Abel.

Por eso tengan cuidado de no rechazar al que nos habla. Pues los que rechazaron a Dios cuando él les llamó la atención aquí en la tierra, no escaparon. Y mucho menos podremos escapar nosotros, si le damos la espalda al que nos llama la atención desde el cielo. En aquel tiempo, la voz de Dios hizo temblar la tierra, pero ahora dice: «Una vez más haré temblar no sólo la tierra, sino también el cielo.» Al decir «una vez más», se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido, para que permanezca lo que no puede moverse. El reino que Dios nos da, no puede ser movido. Demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan. Porque nuestro Dios es como un fuego que todo lo consume.

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

 

El Evangelio

San Lucas 13:10–17

X

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Un sábado Jesús se había puesto a enseñar en una sinagoga; y había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado jorobada, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: —Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.

Entonces puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. Pero el jefe de la sinagoga se enojó, porque Jesús la había sanado en sábado, y dijo a la gente: —Hay seis días para trabajar; vengan en esos días a ser sanados, y no en sábado.

El Señor le contestó: —Hipócritas, ¿no desata cualquiera de ustedes su buey o su burro en sábado, para llevarlo a tomar agua? Pues a esta mujer, que es descendiente de Abraham y que Satanás tenía atada con esta enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no se la debía desatar aunque fuera sábado?

Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados; pero toda la gente se alegraba al ver las grandes cosas que él hacía.

El Evangelio del Señor.

Te alabamos, Cristo Señor.

    Committed to Serving our Community in Christian Love
    All SAINTS' EPISCOPAL CHURCH
    144 South C Street | Oxnard, CA 93030 | Ph: (805) 483-2347 Fax: (805) 483-8357
    Office hours:  9- 5  Monday through Friday
    Horarios de oficina: 9 - 5  Lunes a Viernes