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Lecturas Dominicales 

Leccionario Dominical

Año B • Propio 11 • Semicontinuas

2 Samuel 7:1–14a

Salmo 89:20–37

Efesios 2:11–22

San Marcos 6:30–34, 53–56

La Colecta

Dios omnipotente, fuente de toda sabiduría, tú conoces nuestras necesidades antes de que te pidamos, y nuestra ignorancia en pedir: Ten compasión de nuestras flaquezas, y danos, por tu misericordia, aquellas cosas que por nuestra indignidad y ceguedad no sabemos ni nos atrevemos a pedirte; por los méritos de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.  Amén.

 

Primera Lectura

2 Samuel 7:1–14a

Lectura del Segundo Libro de Samuel

Cuando el rey David estuvo ya instalado en su palacio, y el Señor le había concedido la paz con todos sus enemigos de alrededor, le dijo a Natán, el profeta: —Como puedes ver, yo habito en un palacio de cedro, mientras que el arca de Dios habita bajo simples cortinas.

Y Natán le contestó: —Pues haz todo lo que te has propuesto, porque cuentas con el apoyo del Señor.

Pero aquella misma noche, el Señor se dirigió a Natán y le dijo: «Ve y habla con mi siervo David, y comunícale que yo, el Señor, he dicho: “No serás tú quien me construya un templo para que habite en él. Desde el día en que saqué de Egipto a los israelitas, hasta el presente, nunca he habitado en templos, sino que he andado en simples tiendas de campaña. En todo el tiempo que anduve con ellos, jamás le pedí a ninguno de sus caudillos, a quienes puse para que gobernaran a mi pueblo Israel, que me construyera un templo de madera de cedro.” Por lo tanto, dile a mi siervo David que yo, el Señor todopoderoso, le digo: “Yo te saqué del redil, y te quité de andar tras el rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel; te he acompañado por dondequiera que has ido, he acabado con todos los enemigos que se te enfrentaron, y te he dado gran fama, como la que tienen los hombres importantes de este mundo. Además he preparado un lugar para mi pueblo Israel, y allí los he instalado para que vivan en un sitio propio, donde nadie los moleste ni los malhechores los opriman como al principio, cuando puse caudillos que gobernaran a mi pueblo Israel. Yo haré que te veas libre de todos tus enemigos. Y te hago saber que te daré descendientes, y que cuando tu vida llegue a su fin y mueras, yo estableceré a uno de tus descendientes y lo confirmaré en el reino. Él me construirá un templo, y yo afirmaré su reino para siempre. Yo le seré un padre, y él me será un hijo.”

Palabra del Señor.     Demos gracias a Dios.

Salmo 89:20–37

Tunc locutus es

20  “Hallé a David mi siervo; *

         lo ungí con mi óleo sagrado.

21  Mi mano estará siempre con él; *

         mi brazo también lo fortalecerá.

22  No lo engañará ningún enemigo, *

         ni cualquier malvado lo humillará.

23  Aplastaré delante de él a sus enemigos *

         y heriré a los que le aborrecen.

24  Mi amor y fidelidad lo acompañarán, *

         y por mi Nombre será victorioso.

25  Pondré su izquierda sobre el mar, *

         y su diestra sobre el río.

26  El me invocará: ‘Tú eres mi Padre, *

         mi Dios, y la roca de mi salvación’.

27  Yo le pondré por primogénito, *

         el más excelso de los reyes de la tierra.

28  Sostendré mi amor por él para siempre, *

         y mi pacto continuará firme con él.

29  Afirmaré su descendencia para siempre, *

         y su trono como los días de los cielos”.

30  “Si abandonaren sus hijos mi ley, *

         y no anduvieren de acuerdo con mis juicios;

31  Si profanaren mis estatutos, *

         y no guardaren mis mandamientos;

32  Entonces castigaré con vara su rebelión, *

         y con azotes sus iniquidades;

33  Mas no retiraré de él mi amor, *

         ni falsearé mi fidelidad.

 

 

34  No violaré mi pacto, *

         ni cambiaré lo que ha salido de mis labios.

35  De una vez por todas he jurado por mi santidad: *

         ‘No mentiré a David.

36  Su linaje perdurará para siempre, *

          y su trono como el sol delante de mí.

37  Será firme para siempre como la luna, *

         testigo fiel en los cielos’ ”.

 

La Epístola

Efesios 2:11–22

Lectura de la Carta de San Pablo a los Efesios

Así pues, ustedes, que no son judíos, y a quienes llaman «no circuncidados» los judíos (que circuncidan al hombre en el cuerpo, y a sí mismos se llaman «circuncidados»), recuerden que en otro tiempo estaban sin Cristo, separados de la nación de Israel, y no tenían parte en las alianzas ni en la promesa de Dios. Vivían en este mundo, sin Dios y sin esperanza. Pero ahora, unidos a Cristo Jesús por la sangre que él derramó, ustedes que antes estaban lejos están cerca.

Cristo es nuestra paz. Él hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, destruyó el muro que los separaba y anuló en su propio cuerpo la enemistad que existía. Puso fin a la ley que consistía en mandatos y reglamentos, y en sí mismo creó de las dos partes un solo hombre nuevo. Así hizo la paz. Él puso fin, en sí mismo, a la enemistad que existía entre los dos pueblos, y con su muerte en la cruz los reconcilió con Dios, haciendo de ellos un solo cuerpo.

Cristo vino a traer buenas noticias de paz a todos, tanto a ustedes que estaban lejos de Dios como a los que estaban cerca. Pues por medio de Cristo, los unos y los otros podemos acercarnos al Padre por un mismo Espíritu. Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están fuera de su tierra, sino que ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de la familia de Dios. Ustedes son como un edificio levantado sobre los fundamentos que son los apóstoles y los profetas, y Jesucristo mismo es la piedra principal. En Cristo, todo el edificio va levantándose en todas y cada una de sus partes, hasta llegar a ser, en el Señor, un templo santo. En él también ustedes se unen todos entre sí para llegar a ser un templo en el cual Dios vive por medio de su Espíritu.

Palabra del Señor. Demos gracias a Dios.

 

El Evangelio

San Marcos 6:30–34, 53–56

X

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo: —Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.

Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer. Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado. Pero muchos los vieron ir, y los reconocieron; entonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. […]

Cruzaron el lago y llegaron a la tierra de Genesaret, donde amarraron la barca a la orilla. Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús. Corrieron por toda aquella región, y comenzaron a llevar en camillas a los enfermos a donde oían decir que estaba Jesús. Y dondequiera que él entraba, ya fuera en las aldeas, en los pueblos o en los campos, ponían a los enfermos en las calles y le rogaban que los dejara tocar siquiera el borde de su capa; y todos los que la tocaban, quedaban sanos.  

El Evangelio del Señor.

Te alabamos, Cristo Señor.

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