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Lecturas Dominicales 

Leccionario Dominical

Año C • Propio 10 • Semicontinuas

Amós 7:7–17

Salmo 82

Colosenses 1:1–14

San Lucas 10:25–37

La Colecta

Oh Señor, atiende, en tu bondad, las súplicas de tu pueblo que clama a ti, y concede que podamos percibir y comprender lo que debemos hacer, y tengamos también la gracia y el poder para cumplirlo fielmente; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.  Amén.

Primera Lectura

Amós 7:7–17

Lectura del libro del profeta Amós

El Señor me mostró también esto: Estaba él junto a un muro, y tenía en la mano una plomada de albañil. Y me preguntó: —¿Qué ves, Amós?

—Una plomada de albañil —respondí.

Entonces me dijo: —Pues con esta plomada de albañil voy a ver cómo es de recta la conducta de mi pueblo Israel. No le voy a perdonar ni una vez más. Los santuarios de Isaac serán destruidos, y los templos de Israel quedarán en ruinas. ¡Alzaré la espada contra la familia de Jeroboam!

Amasías, sacerdote de Betel, mandó decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós anda entre la gente de Israel, conspirando contra Su Majestad. El país ya no puede soportar que siga hablando. Porque anda por ahí diciendo: “Jeroboam morirá a filo de espada, y todo el pueblo de Israel será llevado al destierro.”»

Luego, Amasías le ordenó a Amós: —¡Largo de aquí, profeta! Si quieres ganarte la vida profetizando, vete a Judá; pero no profetices más en Betel, porque es santuario del rey y templo principal del reino.

Pero Amós le contestó: —Yo no soy profeta, ni pretendo serlo. Me gano la vida cuidando ovejas y recogiendo higos silvestres, pero el Señor me quitó de andar cuidando ovejas, y me dijo: “Ve y habla en mi nombre a mi pueblo Israel.” Por lo tanto, oye la palabra del Señor. Esto es lo que tú dices: “No hables nada en nombre de Dios contra Israel, ni digas nada contra los descendientes de Isaac.” Pero esto es lo que dice el Señor: “Tu mujer se prostituirá en plena ciudad, y tus hijos e hijas morirán a filo de espada; tus tierras serán repartidas en sorteo; tú mismo morirás en tierra de paganos, y los israelitas serán llevados cautivos, lejos de su tierra.”    

Salmo 82

Deus stetit

1   Dios preside en la asamblea divina; *

         en medio de los dioses juzga.

2   “¿Hasta cuándo juzgarán injustamente, *

         y mostrarán parcialidad a los malvados?

3   Defiendan al desvalido y al huérfano; *

         vindiquen al afligido y al menesteroso.

4   Rescaten a los débiles y a los pobres; *

         de mano de los malvados líbrenlos.

5   Ellos no saben, no entienden, caminan a oscuras; *

         tiemblan todos los cimientos de la tierra.

6   He dicho que ustedes son dioses, *

         y todos hijos del Altísimo.

7   Sin embargo, morirán como mortales, *

         y caerán como cualquier príncipe”.

8   Levántate, oh Dios, y reina en la tierra; *

         entra en posesión de todas las naciones.

 

La Epístola

Colosenses 1:1–14

Lectura de la carta de San Pablo a los Colosenses

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, junto con el hermano Timoteo, saluda a los del pueblo santo que están en Colosas, fieles hermanos en Cristo. Que Dios nuestro Padre derrame su gracia y su paz sobre ustedes.

Siempre que oramos por ustedes damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen a todo el pueblo santo, animados por la esperanza de lo que a ustedes se les ha reservado en el cielo. De esto ya oyeron hablar al escuchar el mensaje de la verdad contenido en el evangelio que llegó hasta ustedes. Este mensaje está creciendo y dando fruto en todas partes del mundo, igual que ha sucedido entre ustedes desde que oyeron hablar de la bondad de Dios y reconocieron su verdad. Esto les enseñó nuestro querido Epafras, quien ha trabajado con nosotros y en quien ustedes tienen un fiel servidor de Cristo. Él nos ha traído noticias de ustedes y del amor que el Espíritu les inspira.

Por esto nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos dejado de orar por ustedes y de pedir a Dios que los haga conocer plenamente su voluntad y les dé toda clase de sabiduría y entendimiento espiritual. Así podrán portarse como deben hacerlo los que son del Señor, haciendo siempre lo que a él le agrada, dando frutos de toda clase de buenas obras y creciendo en el conocimiento de Dios. Pedimos que él, con su glorioso poder, los haga fuertes; así podrán ustedes soportarlo todo con mucha fortaleza y paciencia, y con alegría darán gracias al Padre, que los ha capacitado a ustedes para recibir en la luz la parte de la herencia que él dará al pueblo santo. Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos llevó al reino de su amado Hijo, por quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados.

El Evangelio

San Lucas 10:25–37

X

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntó: —Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

Jesús le contestó: —¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?

El maestro de la ley contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”; y, “ama a tu prójimo como a ti mismo.”

Jesús le dijo: —Has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida.

Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús: —¿Y quién es mi prójimo?

Jesús entonces le contestó: —Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: “Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva.” Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?

El maestro de la ley contestó: —El que tuvo compasión de él.

Jesús le dijo: —Pues ve y haz tú lo mismo.

El Evangelio del Señor.     Te alabamos, Cristo Señor.

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