Leccionario Dominical
Domingo de Pasión: Domingo de Ramos
Liturgia de las Palmas •
Opción 1 • San Marcos 11:1–11
Opción 2 • San Juan 12:12–16
Salmo 118:1–2, 19–29
El Evangelio
San Marcos 11:1–11
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Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos
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¡Gloria a ti, Cristo Señor!
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Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: —Vayan a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá.
Fueron, pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron.
Algunos que estaban allí les preguntaron: —¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro?
Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho; y los dejaron ir. Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!
Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.
El Evangelio
San Juan 12:12–16
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Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan
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¡Gloria a ti, Cristo Señor!
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Mucha gente había ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Al día siguiente, supieron que Jesús iba a llegar a la ciudad. Entonces cortaron hojas de palmera y salieron a recibirlo, gritando: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!
Jesús encontró un burro y montó en él, como se dice en la Escritura:
«No tengas miedo, ciudad de Sión;
mira, tu Rey viene
montado en un burrito.»
Al principio, sus discípulos no entendieron estas cosas; pero después, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que todo esto que le habían hecho estaba en la Escritura y se refería a él.
El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.
Salmo 118:1–2, 19–29
Confitemini Domino
1 Den gracias al Señor, porque él es bueno; *
para siempre es su misericordia.
2 Diga ahora Israel: *
“Para siempre es su misericordia”.
19 Abranme las puertas de justicia; *
entraré por ellas, y daré gracias al Señor.
20 “Esta es la puerta del Señor; *
por ella entrarán los justos”.
21 Daré gracias porque me respondiste, *
y me has sido de salvación.
22 La misma piedra que desecharon los edificadores, *
ha venido a ser la cabeza del ángulo.
23 Esto es lo que ha hecho el Señor, *
y es maravilloso a nuestros ojos.
24 Este es el día en que actuó el Señor; *
regocijémonos y alegrémonos en él.
25 ¡Hosanna, oh Señor, hosanna! *
Señor, danos ahora la prosperidad.
26 Bendito el que viene en nombre del Señor; *
desde la casa del Señor le bendecimos.
27 Dios es el Señor; nos ha iluminado; *
formen una procesión con ramos hasta los cuernos del altar.
28 “Tú eres mi Dios; te daré gracias; *
tú eres mi Dios; te ensalzaré”.
29 Den gracias al Señor porque es bueno; *
para siempre es su misericordia.
Liturgia de la Palabra / Liturgia de la Pasión
Isaías 50:4–9a
Salmo 31:9–16
Filipenses 2:5–11
San Marcos 14:1–15:47 o 15:1–39, (40–47)
La Colecta
Dios omnipotente y eterno, en tu tierno amor hacia el género humano, enviaste a tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo para asumir nuestra naturaleza, y padecer muerte en la cruz, mostrándonos ejemplo de su gran humildad: Concédenos, en tu misericordia, que caminemos por el sendero de su padecimiento y participemos también en su resurrección; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Primera Lectura
Isaías 50:4–9a
Lectura del Libro de Isaías
El Señor me ha instruido
para que yo consuele a los cansados
con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento
para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento,
y yo no me he resistido
ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran
y dejé que me arrancaran la barba.
No retiré la cara
de los que me insultaban y escupían.
El Señor es quien me ayuda:
por eso no me hieren los insultos;
por eso me mantengo firme como una roca,
pues sé que no quedaré en ridículo.
A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda;
¿quién podrá condenarme?
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.
Salmo 31:9–16
In te, Domine, speravi
9 Ten misericordia de mí, oh Señor, que estoy en angustia; *
se han consumido de tristeza mis ojos,
mi garganta también y mi vientre;
10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; *
se agotan mis fuerzas a causa de mi aflicción,
y mis huesos se han consumido.
11 De todos mis enemigos he sido oprobio,
y de mis vecinos mucho más, y pavor a mis conocidos; *
los que me ven fuera huyen de mí.
12 He sido olvidado como un muerto,
desechado de toda memoria; *
he venido a ser como un vaso quebrado.
13 Porque he oído el cuchicheo de muchos;
“por todos lados hay miedo”; *
consultan juntos contra mí; conspiran para quitarme la vida.
14 Mas yo en ti confío, oh Señor; *
dije: “Tú eres mi Dios.
15 En tu mano está mi destino; *
líbrame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores.
16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; *
sálvame por tu misericordia”.
La Epístola
Filipenses 2:5–11
Lectura de la Carta de San Pablo a los Filipenses
Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, el cual:
Aunque existía con el mismo ser de Dios,
no se aferró a su igualdad con él,
sino que renunció a lo que era suyo
y tomó naturaleza de siervo.
Haciéndose como todos los hombres
y presentándose como un hombre cualquiera,
se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte,
hasta la muerte en la cruz.
Por eso Dios le dio el más alto honor
y el más excelente de todos los nombres,
para que, ante ese nombre concedido a Jesús,
doblen todos las rodillas
en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra,
y todos reconozcan que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.