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Lecturas Dominicales 

Leccionario Dominical

Sexto domingo de Pascua

Año C — Pascua 6

Hechos 16:9–15

Salmo 67

Revelación 21:10, 22–22:5

San Juan 14:23–29

     o San Juan 5:1–9

La Colecta

Oh Dios, tú has preparado para los que te aman cosas tan buenas que sobrepasan nuestro entendimiento: Infunde en nuestros corazones tal amor hacia ti, que, amándote en todo y sobre todas las cosas, obtengamos tus promesas, que exceden todo lo que podamos anhelar; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.  Amén.

 

Primera Lectura

Hechos 16:9–15

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

Pablo tuvo de noche una visión; vio a un hombre de la región de Macedonia, que puesto de pie le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.» En cuanto Pablo tuvo esa visión, preparamos el viaje a Macedonia, seguros de que Dios nos estaba llamando para anunciar allí la buena noticia.

Nos embarcamos, pues, en Tróade, y fuimos directamente a la isla de Samotracia, y al día siguiente llegamos a Neápolis. De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y una ciudad muy importante de esa parte de Macedonia. Allí estuvimos algunos días. El sábado salimos a las afueras de la ciudad, junto al río, donde pensamos que había un lugar de oración de los judíos. Nos sentamos y hablamos del evangelio a las mujeres que se habían reunido. Una de ellas se llamaba Lidia; era de la ciudad de Tiatira y vendía telas finas de púrpura. A esta mujer, que adoraba a Dios y que estaba escuchando, el Señor la movió a poner toda su atención en lo que Pablo decía. Fue bautizada, junto con toda su familia, y después nos rogó: —Si ustedes juzgan que de veras soy creyente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa.

Y nos obligó a quedarnos.

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

 

Salmo 67

Deus misereatur

1   Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga, *

         haga resplandecer su rostro y venga a nosotros.

2   Sean conocidos en la tierra tus caminos, *

         en todas las naciones tu salvación.

3   Te alaben los pueblos, oh Dios; *

         todos los pueblos te alaben.

4   Alégrense las naciones y aclamen con júbilo, *

         porque juzgas los pueblos con equidad,

         y diriges todas las naciones de la tierra.

5   Te alaben los pueblos, oh Dios; *

         todos los pueblos te alaben.

6   La tierra ha dado su fruto; *

         nos bendiga Dios, el Dios nuestro.

7   Dios nos bendiga; *

         témanlo todos los confines de la tierra.

 

La Epístola

Revelación 21:10, 22–22:5

Lectura del libro de la Revelación a San Juan

En la visión que me hizo ver el Espíritu, el ángel me llevó a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios.  […]

No vi ningún santuario en la ciudad, porque el Señor, el Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero. La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo le entregarán sus riquezas. Sus puertas no se cerrarán de día, y en ella no habrá noche. Le entregarán las riquezas y el esplendor de las naciones; pero nunca entrará nada impuro, ni nadie que haga cosas odiosas o engañosas. Solamente entrarán los que tienen su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero.

El ángel me mostró un río limpio, de agua de vida. Era claro como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle principal de la ciudad y a cada lado del río, crecía el árbol de la vida, que da fruto cada mes, es decir, doce veces al año; y las hojas del árbol sirven para sanar a las naciones. Ya no habrá allí nada puesto bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus siervos lo adorarán. Lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos.

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

El Evangelio

San Juan 14:23–29

X

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Jesús dijo a Judas (no el Iscariote): —El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. El que no me ama, no hace caso de mis palabras. Las palabras que ustedes están escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado.

»Les estoy diciendo todo esto mientras estoy con ustedes; pero el Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.

»Les dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo. Ya me oyeron decir que me voy y que vendré para estar otra vez con ustedes. Si de veras me amaran, se habrían alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. Les digo esto de antemano para que, cuando suceda, entonces crean.

El Evangelio del Señor.

Te alabamos, Cristo Señor.

 

o, El Evangelio

San Juan 5:1–9

X

Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan

¡Gloria a ti, Cristo Señor!

Los judíos celebraban una fiesta, y Jesús volvió a Jerusalén. En Jerusalén, cerca de la puerta llamada de las Ovejas, hay un estanque que en hebreo se llama Betzatá. Tiene cinco pórticos, en los cuales se encontraban muchos enfermos, ciegos, cojos y tullidos echados en el suelo. Había entre ellos un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Cuando Jesús lo vio allí acostado y se enteró del mucho tiempo que llevaba así, le preguntó: —¿Quieres recobrar la salud?

El enfermo le contestó: —Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando se remueve el agua. Cada vez que quiero meterme, otro lo hace primero.

Jesús le dijo: —Levántate, alza tu camilla y anda.

En aquel momento el hombre recobró la salud, alzó su camilla y comenzó a andar. Era un sábado.

El Evangelio del Señor.

Te alabamos, Cristo Señor.

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